Libro: "Diversidad, ciudadanía y educación. Sujetos y contextos" - Mtro. Ernesto Díaz Couder, Lic. Elba Gigante y Dra. Gloria E. Ornelas, 2015

  



La ciudadanía es consustancial con los Estados nacionales y la democracia en la medida en que constituye su forma característica de relación entre una nación y el Estado: la nación está constituida por ciudadanos y el Estado gobierna, legisla y juzga en su nombre. La difusión de la idea de ciudadanía ha sido asignada de manera privilegiada a las instituciones de educación pública, de ahí la estrecha vinculación entre ciudadanía y educación. Las formas específicas de ligar ciudadanía y educación manifiestan el tipo de relación entre los sujetos de la sociedad y el Estado. Esto significa que tanto la idea de ciudadanía como el papel de la educación pública no son únicas, sino que varían dependiendo de las condiciones históricas o políticas de cada Estado-nación.

Por otra parte, la ciudadanía es una forma de relación relativamente reciente (aunque su germen suele rastrearse hasta los tiempos de la Atenas clásica). Menos de 250 años si contamos a partir de la Revolución Francesa de 1789 o la norteamericana de 1776 o un poco más, si se considera el proceso de nacionalismo inglés según algunos autores (Hastings, 2000). Pero para la mayoría de las naciones la ciudadanía como sustento del Estado es menor a 200 años. México es formalmente una república desde 1824, pero es a partir de la derrota de las corrientes monárquicas con el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo en 1867, que comienza a consolidarse lenta y paulatinamente como un Estado republicano. Sin embargo, esto habría que matizarlo diciendo que la concepción actual de ciudadanía es muy distinta de la prevaleciente en esos años donde sólo una fracción de la sociedad podía acceder a los derechos de ciudadano: varones, alfabetizados y con hacienda, lo cual excluía a gran parte de la población y, prácticamente, a la totalidad de la población indígena. La progresiva universalización de la ciudadanía condujo a una gama más diversa de individuos bajo la condición de ciudadanos. Recordemos que recién en 1953 las mujeres obtuvieron el derecho a sufragar y apenas en 1992 se reconoce a los indígenas como parte constitutiva de la nación y, en consecuencia, con derechos ciudadanos en tanto indígenas. La inclusión de cada vez más amplios sectores sociales y culturales en el ámbito público ha obligado a repensar la idea de ciudadanía y su papel en el ámbito educativo.

En su forma más elemental, la ciudadanía deriva del principio de que el soberano de la nación es el pueblo, es decir, el conjunto de los ciudadanos. En este sentido, los Estados nacionales democráticos se distinguen de las monarquías previas porque la jerarquía que ordenaba los privilegios sociales, jurídicos y políticos de los diversos segmentos de la sociedad fueron sustituidos por la igualdad jurídica de todos ante la ley, es decir, por derechos y obligaciones iguales para todos los individuos o ciudadanos. El nombre utilizado por los integrantes del movimiento social emblemático de una revolución democrática y liberal, la Revolución Francesa de 1786, para referirse a sí mismos era precisamente “ciudadanos”, en contraste, por ejemplo, con los ahora en desuso “camarada” o “compañero”, más propio de movimientos de clase. Siguiendo con este ejemplo, ciudadanía apela a la pertenencia a una nación en tanto que la camaradería invoca la pertenencia a la clase trabajadora. Pero durante los últimos años la reflexión sobre la ciudadanía se ha renovado en relación con el reconocimiento de la diversidad sociocultural en las democracias modernas. Particularidades que en la noción tradicional de ciudadanía estaban relegadas al ámbito de lo privado (religión, lengua, etnicidad, raza, discapacidades) han pasado en la actualidad a ser reconocidas como un asunto público (Wieviorka, 2006). La cuestión es cómo hacer compatible la diversidad sociocultural con la ciudadanía. Hasta ahora este reto se ha tratado principalmente como una cuestión de extensión o adaptación de derechos: culturales, colectivos, lingüísticos, de género, derechos de sectores sociales específicos (niños en situación de calle, familias en pobreza extrema, jóvenes ninis),1 etcétera. Sin embargo, esta estrategia muestra ya claramente su insuficiencia, como hace evidente Magda Gómez en su contribución en este volumen, al hablar de derechos pluriculturales y prácticas monoculturales. Tal es el caso, por ejemplo, del reconocimiento a los hablantes de lenguas indígenas del derecho a expresarse en su lengua originaria. A más de diez años de la promulgación de ese derecho continúan existiendo prácticas que excluyen a las lenguas indígenas en los espacios públicos. En otras palabras, lo que podemos observar actualmente, como se muestra en algunos de los trabajos de este volumen, va más allá del reconocimiento de derechos, vemos formas de participación que van construyendo nuevas formas de ciudadanía. En palabras de Lachenal y Pirker (2012, p. 32): “los actores sociales han hecho evolucionar sus estrategias de luchas así como la formulación de sus demandas no sólo en términos de derechos que reconocerles, sino también a través de procesos de construcción como sujetos y específicamente como sujetos de derechos”.

La “nueva” discusión sobre la ciudadanía se inició en gran medida en perspectivas antropológicas sobre el nacionalismo y la identidad, pasando pronto al ámbito de las ciencias políticas y el derecho y extendiéndose con rapidez a otras disciplinas de las humanidades y las ciencias sociales, entre ellas, la educación. La discusión sobre ciudadanía y educación abarca numerosos enfoques y temáticas específicas que se han ido expandiendo a lo largo de los años. En particular, en el ámbito hispanohablante se han venido realizando contribuciones significativas que van desde su inclusión en estados plurales, como derecho de minorías, como formación ciudadana y para la paz o como acciones afirmativas.

Las contribuciones incluidas en este volumen, por su parte, buscan aportar a la interpretación de la ciudadanía en contextos de diversidad sociocultural atendiendo a diversos sujetos participantes en los procesos educativos. De ahí el título del presente volumen. Nos interesa indagar las formas reales, por así decir, de participación en las cuestiones públicas por parte de colectivos indígenas en distintos contextos, no sólo en los contextos rurales o comunitarios tradicionales. Buscamos indagar acerca de las formas de participación ciudadana (las que realmente existen, no las que deberían de ser) por parte de diversos sujetos culturalmente distintos en contextos igualmente distintos. Así encontramos indígenas urbanos pero que se distinguen en tanto jóvenes o en tanto grupos con demandas sociales específicas, cada uno con sus propias estrategias de participación. Si bien estas formas de participación se manifiestan también en los ámbitos escolares, con frecuencia su origen proviene de experiencias extraescolares, por lo que conocer o comprender éstas últimas resulta necesario para entender los procesos educativos. Hay una considerable tendencia actual que va en el mismo sentido de nuestros intereses, es decir, la búsqueda de formas reales de participación o actuación en los asuntos públicos.

Este volumen presenta una combinación de investigaciones originales a partir de la exploración de perspectivas conceptuales nuevas o alternativas para la comprensión de la relación entre ciudadanía y diversidad en la educación. Su problemática central se aborda desde perspectivas jurídicas, lingüísticas, educativas, antropológicas e históricas. Está dirigido tanto a una audiencia especializada como a un público más amplio interesado en aspectos generales del quehacer educativo. Aspira a contribuir a una mejor comprensión de las interrelaciones entre diversidad, ciudadanía y educación en diferentes contextos y atendiendo a diferentes sujetos en la realidad mexicana y con atisbos a la región latinoamericana.

El carácter colectivo de la obra expresa tanto el interés de una comunidad argumentativa como la diversidad de posturas individuales de cada autor, asociada con la formación y la trayectoria profesional de cada uno de ellos. En algunos casos hay mayor énfasis en estudios empíricos; en otros, se acentúa la indagación conceptual, en ambos casos con el propósito de precisar y actualizar el debate acerca de las concepciones, las políticas y las prácticas educativas relacionadas con la atención de la diversidad sociocultural.

Los capítulos que aquí se presentan recogen un proceso de discusión y reflexión compartido con la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional mediante un ciclo de conferencias sobre el mismo tema de este volumen, impartidas por los integrantes de nuestro cuerpo académico. El ciclo de conferencias, en el que se han venido abordando diversas dimensiones de esta problemática con la participación de distinguidos académicos latinoamericanos, tiene como antecedente una serie de seminarios organizados por los autores de los capítulos de este trabajo.